A pesar del “veranito económico” que vivió la Argentina durante el quinquenio 2003-2007, donde se llevó adelante un período con fuerte crecimiento en la industria y la producción, el mismo no se pudo ver reflejado en una mejora de la situación para la sociedad. Por el contrario, la pobreza, la marginación, la indigencia y la menor inserción social de los más pobres siguió en ascenso, sin que los números macroeconómicos llegaran a los que más sufren las vicisitudes de nuestra economía.
Los números que muestra el cuestionado Indec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), que continúa comandando el inefable Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, no dan cuenta de la realidad que se vive en la Argentina , sino que más que nada, muestran una Argentina irreal, que no hace más que seguir construyendo un nuevo “Diario de Yrigoyen” para el matrimonio presidencial, que sólo acepta escuchar lo que sus oídos quieren oir.
La sociedad argentina, es consciente que la situación económica ha hecho que miles de ciudadanos caigan en la pobreza e incluso en la marginación total, alcanzando los 15 millones de pobres y más de 4 millones de indigentes, dejando a las claras que las políticas implementadas para mejorar la situación de los más necesitados han fallado y dejado en el camino a millones de argentinos.
A pesar del crecimiento económico y de los datos macroeconómicos que dan por sentado el fuerte desarrollo de la economía del 2002 al 2007, el mismo no pudo absorber a la gran masa de excluidos que dejó el neoliberalismo de los ’90, y que al contrario de lo dicho por el gobierno, en vez de achicarse la brecha entre los más ricos y los más pobres, la misma parece extenderse y ser imposible de reducir a pesar de la bonanza de los primeros años del kirchnerismo.
Datos contrastantes
Según datos suministrados por el Indec y que antes de las elecciones fueron dados a conocer con bombos y platillos por el gobierno nacional, en el segundo semestre del año 2008, donde la crisis financiera internacional mostraba sus características más fuertes, la pobreza en nuestro país descendió al 15,3% de la población activa, con respecto al 17,8% de la primera mitad del año. Esos números también dicen que la indigencia cayó al 4,4% de la población, desde el 5,1% del semestre previo.
Estos números contrastan gravemente con los que asegura el Obispo de San Isidro y titular de la Pastoral Social , Jorge Casaretto, quien aseveró que la Iglesia "no coincide" con la cifra de la pobreza difundida por el Gobierno, y reiteró que para esa institución, alcanza "treinta y pico" el porcentaje de pobres en el país. Para uno de los miembros más importantes de la Iglesia en nuestro país, “esta realidad puede palparse en las diferentes parroquias, a las que acude cada vez más gente en pos de obtener ropa y alimentos que no puede adquirir por sí misma", y arremetió con fuerza contra el Ejecutivo al expresar que “la curva de la pobreza empezó a ascender nuevamente”.
Hace unas semanas atrás, un estudio efectuado por Idesa (Instituto para el Desarrollo Social Argentino), en base a datos del Indec, mostraba que en la población hasta 18 años de edad la pobreza ascendía al 41%; en la población entre 19 y 60 años, la incidencia de la pobreza era del 22%; y entre los mayores de 60 años, la pobreza llegaba al 12%. Con esto, se deja en claro que la pobreza ataca a los más jóvenes con una crudeza mayor, ya que multiplica por tres con respecto a la población mayor de 60 años, originando serias deficiencias en el crecimiento de las personas y mostrando un panorama por demás oscuro de cara al futuro para nuestro país.
Esta democracia en la que vivimos, es hoy en día, más democracia teórica que práctica. La misma propone igualdad de oportunidades, educación gratuita y libre acceso social a las profesiones, pero la libertad que de verdad poseemos es mucho más libertad para los que disponen de más medios que para otros. Los otros, los pobres, los que nacieron humildes y condenados al fracaso, no tuvieron acceso a un sinnúmero de oportunidades, por lo tanto es mentira que la mayoría sean incapaces, sólo tuvieron distinta suerte.
Si los chicos de entrada van a la escuela sólo a alimentarse es imposible que haya igualdad para todos, porque es evidente que un chico con la panza llena piensa más y tiene más predisposición al estudio que un chico con la panza vacía y que cuando está en el colegio piensa más en la comida que tendrá al mediodía o la merienda de la siesta, que en estudiar para progresar en la sociedad. Con los índices de pobreza por las nubes, y sin una política seria por parte del Estado nacional para contrarrestar esta situación, la desigualdad se va haciendo normal, dando por sentado que hay algunos que nacieron mejores y para mandar, y otros para obedecer, sólo por nacer en distintos lugares de la población.
Idesa en su informe, señala claramente que “las condiciones de pobreza entre niños y adolescentes tienen asociadas flagelos como el trabajo infantil, la explotación de menores, la drogadicción, el narcotráfico y la delincuencia juvenil. La discusión en torno a ‘mano dura’ o ‘garantismo’ son completamente estériles. Con esta falsa antinomia se trata de disimular que la cuestión de fondo es si el Estado seguirá sirviendo a los sectores más acomodados actuando en función de las presiones corporativas o asume el compromiso de garantizar a todos los ciudadanos desde el momento de su concepción condiciones mínimas que garanticen su desarrollo personal”.
Datos proporcionados por la Consultora Ecolatina , dan cuenta que la pobreza trepó al 31,8% y la indigencia al 11,75 en el primer semestre de 2009, por lo que más de 17 millones de argentinos tienen sus necesidades básicas insatisfechas, precisando que 12,7 millones de argentinos son pobres y 4,7 millones indigentes.
Los relevamientos del índice de Precios al Consumidor (IPC) de la consultora indicaron que la Canasta Básica Alimenticia (CBA) -que mide la línea de indigencia- subió 11,3 por ciento en junio y acumula 5,1 en el año. La CBA alcanzó 261,7 pesos en junio para un adulto equivalente y 809 pesos para una familia tipo (padres y dos hijos), duplicando su costo en tres años. Las estimaciones arrojaron que el 11,7% de la población no pudo costear la canasta alimenticia (CBA) en la primer mitad del 2009, por lo que se ubicó por debajo de la línea de la indigencia. Ese valor se ubicó por encima del primer (10,5%) y segundo semestre (11%) del año pasado.
El Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales (IADER), señala que la pobreza ya afecta a más del 30% de la población en nuestro país. Este prestigioso instituto también muestra las divergencias que hay entre los datos que brinda el Indec sobre la pobreza y la realidad, siendo en la mayoría de los casos muy superior a lo que dicen los índices oficiales.
En Chaco, donde según el Indec la pobreza al primer semestre se ubicó en 35,4 por ciento de la población, medida en Resistencia, tomando una tasa de inflación más realista se elevaría a 49,3. Las provincias más afectadas por la pobreza, además de Chaco, son Corrientes, con 46,6 por ciento de su población; Misiones, con 46,1; Santiago del Estero, 45,9; Formosa, 45,5; Jujuy, 44,3; Salta, 43,6; y Tucumán, 41,4.
Según el IADER, la situación crítica en materia de pobreza no se limita solo a las ocho provincias con tasas superiores a 40 por ciento. Hay 15 jurisdicciones donde la tasa se ubica arriba de 30 por ciento, con elevados niveles de vulnerabilidad.
En Catamarca, donde según el Indec la pobreza al primer semestre afectó a 24,3 por ciento de su población, de acuerdo al instituto privado, se ubica en 37,6. En San Luis, la pobreza oficial es 22 por ciento, pero recalculada por el IADER se estaría ubicando en 34; en La Rioja asciende según el Gobierno a 18,2 pero sincerando la inflación rondaría 33,7.
En Santa Fe la tasa medida en la Capital provincial rondaría 30,7 por ciento, versus 18,2 que registra el INDEC. Otras dos jurisdicciones donde la pobreza es elevada, son San Juan y el Gran Buenos Aires, con 30,3 y 30,5 por ciento, respectivamente. Las provincias con menores tasas de pobreza continúan siendo las ubicadas en la región Patagónica. En Santa Cruz, la pobreza recalculada se ubicó en 7,9 por ciento al primer semestre; en Chubut rondaría 9,5; y en Tierra del Fuego sería de 9,9. Asimismo, en la Ciudad de Buenos Aires, oficialmente es de 7,3 por ciento de la población viviría por debajo de la línea de pobreza, recalculándola en base a la inflación real estaría en 13,5.
Para el segundo semestre del año, según este análisis, la pobreza a nivel país estaría ubicándose en un 32% y una tendencia similar se registró en las provincias, donde en las más complicadas la tasa ya estaría afectando a más de la mitad de su población.
Pero esto no es algo que concierne sólo a nuestro país, sino que es una realidad que vive la mayoría de los países de la región, donde por ejemplo el Banco Mundial, a través del director para la Reducción de la Pobreza y Administración Económica en América Latina y el Caribe de ese organismo multilateral, Marcelo Giugale, afirmó que la crisis económica internacional provocará que seis millones de personas más caigan en el abismo de la pobreza en 2009 en Latinoamérica, de esos seis millones de personas, cuatro son de clase media que acabarán empobrecidos. Los dos millones restantes son pobres que habrían podido ascender este año en su estatus socioeconómico, pero esos esfuerzos se verán truncados por la crisis internacional, detalló el experto.
Otros síntomas de la pobreza en nuestro país, están dados por el brote de dengue que viene sufriendo la Argentina en los últimos meses, más el aumento de enfermos por el mal de chagas, no hacen más que demostrar que nuestro país está sumergido de lleno en el tercer mundo que tanto se encargo de denostar durante la década del ’90, queriendo hacerle creer a los argentinos que vivíamos en una panacea primermundista.
Hace unos años atrás parecía imposible que la Argentina pudiera volver a tener fuertes brotes de enfermedades de este tipo, pero las sucesivas administraciones han sumergido a nuestro país en una profunda crisis que lo ha llevado a estar al nivel de los países más pobres en este sentido. Basta recordar el profundo brote de cólera que hubo en la Argentina a principios de los ’90, cuando el gobierno de Menem decía que habíamos dejado atrás el retraso para entrar de lleno al progreso.
El 50% de las muertes que se producen en América Latina tienen como telón de fondo la desnutrición y nos hablan a las claras de una falla social grave, que la Argentina no ha podido modificar, y con el correr del tiempo lo único que hace es crecer, sin que las políticas implementadas surtan el efecto deseado de bajar tan lamentables índices, que dejan en claro la verdadera situación social de nuestro país.
Como puede verse, un problema que en vez de amainar tiende a agravarse, debido en gran causa a la falta de políticas activas por parte de todos los gobiernos de la región a acabar con el hambre, a pesar de que todos los mandatarios se han encargado de asegurar en reiteradas oportunidades que ponen todo su empeño en trabajar para que en la región haya “hambre cero” y que ningún chico menor de 18 años pase hambre, lo que implica para la mayoría de ellos, un serio delito que los Estados deben dar solución en forma inmediata.
Las declaraciones de Casaretto no hicieron más que poner en el centro de la escena una problemática que venía siendo ocultada en los últimos tiempos de las grandes discusiones nacionales por las elecciones legislativas, y que cuando se trataba se defenestraba al que lo hacía por decir que se estaba haciendo política con el hambre de la gente y no se pensaba en soluciones rápidas y reales para la gran parte de la población que sufre este problema.
Sólo con una fuerte política de Estado que tienda al mejoramiento gradual y sustancial de la situación social, que lleve a un mejoramiento de las condiciones de vida de los individuos, que procure atender las causas y no que atienda los hechos consumados, la Argentina podrá volver a recuperar la excelencia que supo tener en una época, y evitar que se siga cayendo en el desgaste y deterioro de las últimas décadas.
A pesar del crecimiento económico y de los datos macroeconómicos que dan por sentado el fuerte desarrollo de la economía del 2002 al 2007, el mismo no pudo absorber a la gran masa de excluidos que dejó el neoliberalismo de los ’90, y que al contrario de lo dicho por el gobierno, en vez de achicarse la brecha entre los más ricos y los más pobres, la misma parece extenderse y ser imposible de reducir a pesar de la bonanza de los primeros años del kirchnerismo.
Datos contrastantes
Según datos suministrados por el Indec y que antes de las elecciones fueron dados a conocer con bombos y platillos por el gobierno nacional, en el segundo semestre del año 2008, donde la crisis financiera internacional mostraba sus características más fuertes, la pobreza en nuestro país descendió al 15,3% de la población activa, con respecto al 17,8% de la primera mitad del año. Esos números también dicen que la indigencia cayó al 4,4% de la población, desde el 5,1% del semestre previo.
Estos números contrastan gravemente con los que asegura el Obispo de San Isidro y titular de la Pastoral Social , Jorge Casaretto, quien aseveró que la Iglesia "no coincide" con la cifra de la pobreza difundida por el Gobierno, y reiteró que para esa institución, alcanza "treinta y pico" el porcentaje de pobres en el país. Para uno de los miembros más importantes de la Iglesia en nuestro país, “esta realidad puede palparse en las diferentes parroquias, a las que acude cada vez más gente en pos de obtener ropa y alimentos que no puede adquirir por sí misma", y arremetió con fuerza contra el Ejecutivo al expresar que “la curva de la pobreza empezó a ascender nuevamente”.
Hace unas semanas atrás, un estudio efectuado por Idesa (Instituto para el Desarrollo Social Argentino), en base a datos del Indec, mostraba que en la población hasta 18 años de edad la pobreza ascendía al 41%; en la población entre 19 y 60 años, la incidencia de la pobreza era del 22%; y entre los mayores de 60 años, la pobreza llegaba al 12%. Con esto, se deja en claro que la pobreza ataca a los más jóvenes con una crudeza mayor, ya que multiplica por tres con respecto a la población mayor de 60 años, originando serias deficiencias en el crecimiento de las personas y mostrando un panorama por demás oscuro de cara al futuro para nuestro país.
Esta democracia en la que vivimos, es hoy en día, más democracia teórica que práctica. La misma propone igualdad de oportunidades, educación gratuita y libre acceso social a las profesiones, pero la libertad que de verdad poseemos es mucho más libertad para los que disponen de más medios que para otros. Los otros, los pobres, los que nacieron humildes y condenados al fracaso, no tuvieron acceso a un sinnúmero de oportunidades, por lo tanto es mentira que la mayoría sean incapaces, sólo tuvieron distinta suerte.
Si los chicos de entrada van a la escuela sólo a alimentarse es imposible que haya igualdad para todos, porque es evidente que un chico con la panza llena piensa más y tiene más predisposición al estudio que un chico con la panza vacía y que cuando está en el colegio piensa más en la comida que tendrá al mediodía o la merienda de la siesta, que en estudiar para progresar en la sociedad. Con los índices de pobreza por las nubes, y sin una política seria por parte del Estado nacional para contrarrestar esta situación, la desigualdad se va haciendo normal, dando por sentado que hay algunos que nacieron mejores y para mandar, y otros para obedecer, sólo por nacer en distintos lugares de la población.
Idesa en su informe, señala claramente que “las condiciones de pobreza entre niños y adolescentes tienen asociadas flagelos como el trabajo infantil, la explotación de menores, la drogadicción, el narcotráfico y la delincuencia juvenil. La discusión en torno a ‘mano dura’ o ‘garantismo’ son completamente estériles. Con esta falsa antinomia se trata de disimular que la cuestión de fondo es si el Estado seguirá sirviendo a los sectores más acomodados actuando en función de las presiones corporativas o asume el compromiso de garantizar a todos los ciudadanos desde el momento de su concepción condiciones mínimas que garanticen su desarrollo personal”.
Datos proporcionados por la Consultora Ecolatina , dan cuenta que la pobreza trepó al 31,8% y la indigencia al 11,75 en el primer semestre de 2009, por lo que más de 17 millones de argentinos tienen sus necesidades básicas insatisfechas, precisando que 12,7 millones de argentinos son pobres y 4,7 millones indigentes.
Los relevamientos del índice de Precios al Consumidor (IPC) de la consultora indicaron que la Canasta Básica Alimenticia (CBA) -que mide la línea de indigencia- subió 11,3 por ciento en junio y acumula 5,1 en el año. La CBA alcanzó 261,7 pesos en junio para un adulto equivalente y 809 pesos para una familia tipo (padres y dos hijos), duplicando su costo en tres años. Las estimaciones arrojaron que el 11,7% de la población no pudo costear la canasta alimenticia (CBA) en la primer mitad del 2009, por lo que se ubicó por debajo de la línea de la indigencia. Ese valor se ubicó por encima del primer (10,5%) y segundo semestre (11%) del año pasado.
El Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales (IADER), señala que la pobreza ya afecta a más del 30% de la población en nuestro país. Este prestigioso instituto también muestra las divergencias que hay entre los datos que brinda el Indec sobre la pobreza y la realidad, siendo en la mayoría de los casos muy superior a lo que dicen los índices oficiales.
En Chaco, donde según el Indec la pobreza al primer semestre se ubicó en 35,4 por ciento de la población, medida en Resistencia, tomando una tasa de inflación más realista se elevaría a 49,3. Las provincias más afectadas por la pobreza, además de Chaco, son Corrientes, con 46,6 por ciento de su población; Misiones, con 46,1; Santiago del Estero, 45,9; Formosa, 45,5; Jujuy, 44,3; Salta, 43,6; y Tucumán, 41,4.
Según el IADER, la situación crítica en materia de pobreza no se limita solo a las ocho provincias con tasas superiores a 40 por ciento. Hay 15 jurisdicciones donde la tasa se ubica arriba de 30 por ciento, con elevados niveles de vulnerabilidad.
En Catamarca, donde según el Indec la pobreza al primer semestre afectó a 24,3 por ciento de su población, de acuerdo al instituto privado, se ubica en 37,6. En San Luis, la pobreza oficial es 22 por ciento, pero recalculada por el IADER se estaría ubicando en 34; en La Rioja asciende según el Gobierno a 18,2 pero sincerando la inflación rondaría 33,7.
En Santa Fe la tasa medida en la Capital provincial rondaría 30,7 por ciento, versus 18,2 que registra el INDEC. Otras dos jurisdicciones donde la pobreza es elevada, son San Juan y el Gran Buenos Aires, con 30,3 y 30,5 por ciento, respectivamente. Las provincias con menores tasas de pobreza continúan siendo las ubicadas en la región Patagónica. En Santa Cruz, la pobreza recalculada se ubicó en 7,9 por ciento al primer semestre; en Chubut rondaría 9,5; y en Tierra del Fuego sería de 9,9. Asimismo, en la Ciudad de Buenos Aires, oficialmente es de 7,3 por ciento de la población viviría por debajo de la línea de pobreza, recalculándola en base a la inflación real estaría en 13,5.
Para el segundo semestre del año, según este análisis, la pobreza a nivel país estaría ubicándose en un 32% y una tendencia similar se registró en las provincias, donde en las más complicadas la tasa ya estaría afectando a más de la mitad de su población.
Pero esto no es algo que concierne sólo a nuestro país, sino que es una realidad que vive la mayoría de los países de la región, donde por ejemplo el Banco Mundial, a través del director para la Reducción de la Pobreza y Administración Económica en América Latina y el Caribe de ese organismo multilateral, Marcelo Giugale, afirmó que la crisis económica internacional provocará que seis millones de personas más caigan en el abismo de la pobreza en 2009 en Latinoamérica, de esos seis millones de personas, cuatro son de clase media que acabarán empobrecidos. Los dos millones restantes son pobres que habrían podido ascender este año en su estatus socioeconómico, pero esos esfuerzos se verán truncados por la crisis internacional, detalló el experto.
Otros síntomas de la pobreza en nuestro país, están dados por el brote de dengue que viene sufriendo la Argentina en los últimos meses, más el aumento de enfermos por el mal de chagas, no hacen más que demostrar que nuestro país está sumergido de lleno en el tercer mundo que tanto se encargo de denostar durante la década del ’90, queriendo hacerle creer a los argentinos que vivíamos en una panacea primermundista.
Hace unos años atrás parecía imposible que la Argentina pudiera volver a tener fuertes brotes de enfermedades de este tipo, pero las sucesivas administraciones han sumergido a nuestro país en una profunda crisis que lo ha llevado a estar al nivel de los países más pobres en este sentido. Basta recordar el profundo brote de cólera que hubo en la Argentina a principios de los ’90, cuando el gobierno de Menem decía que habíamos dejado atrás el retraso para entrar de lleno al progreso.
El 50% de las muertes que se producen en América Latina tienen como telón de fondo la desnutrición y nos hablan a las claras de una falla social grave, que la Argentina no ha podido modificar, y con el correr del tiempo lo único que hace es crecer, sin que las políticas implementadas surtan el efecto deseado de bajar tan lamentables índices, que dejan en claro la verdadera situación social de nuestro país.
Como puede verse, un problema que en vez de amainar tiende a agravarse, debido en gran causa a la falta de políticas activas por parte de todos los gobiernos de la región a acabar con el hambre, a pesar de que todos los mandatarios se han encargado de asegurar en reiteradas oportunidades que ponen todo su empeño en trabajar para que en la región haya “hambre cero” y que ningún chico menor de 18 años pase hambre, lo que implica para la mayoría de ellos, un serio delito que los Estados deben dar solución en forma inmediata.
Las declaraciones de Casaretto no hicieron más que poner en el centro de la escena una problemática que venía siendo ocultada en los últimos tiempos de las grandes discusiones nacionales por las elecciones legislativas, y que cuando se trataba se defenestraba al que lo hacía por decir que se estaba haciendo política con el hambre de la gente y no se pensaba en soluciones rápidas y reales para la gran parte de la población que sufre este problema.
Sólo con una fuerte política de Estado que tienda al mejoramiento gradual y sustancial de la situación social, que lleve a un mejoramiento de las condiciones de vida de los individuos, que procure atender las causas y no que atienda los hechos consumados, la Argentina podrá volver a recuperar la excelencia que supo tener en una época, y evitar que se siga cayendo en el desgaste y deterioro de las últimas décadas.
FUENTE: AGENCIA CNA
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