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martes, 25 de mayo de 2010

PADRE ALBERTO IGNACIO EZCURRA


Sacerdote de Cristo


(por el Monseñor Alvaro Ezcurra)


En la noche del 26 de mayo de 1993 falleció en San Rafael el Padre Alberto Ignacio Ezcurra. Su vida se apagó con la naturalidad con que se apagan las estrellas al despuntar el alba, con la suavidad con que se desprenden las hojas de un árbol acariciado por una brisa otoñal. Una muerte tranquila, serena, sin estertores. Coronamiento de una vida consagrada a Cristo con singular ardor. Broche de oro puesto a una existencia terrenal quemada en puro fuego de amor a Dios, al prójimo y a la Patria.

Durante su juventud militó en la política, entendida ésta como el conjunto de las actividades orientadas a la consecución del bien común, sin perder jamás de vista que todas esas actividades tienen un fin último sobrenatural que es alcanzar la bienaventuranza eterna. Tenía pues, una concepción católica de la política, aquella que mira a la instauración de todas las cosas en Cristo. Pero en su militancia descubrió la miseria de la clase dirigente, el fariseísmo hipócrita de tantos que decían estar al servicio del pueblo, cuando en realidad, a costa del pueblo, se servían a sí mismos en la búsqueda del vedetismo, del poder por el poder, del enriquecimiento ilícito. La política suele ser muy sucia, y él sintió asco. Su alma grande se asfixiaba en medio del estercolero y descubrió que no era ése su camino, porque entre tanta inmundicia se le hacía inútilmente cuesta arriba aportar lo suyo en bien de la comunidad. Fue entonces que Dios le inspiró el siguiente pensamiento: “No puedo cambiar las estructuras injustas de la Patria, pero puedo, sí, transformar mi corazón entregándoselo a Cristo enteramente, y de ese modo prestar el mejor servicio posible”. Así nació su vocación sacerdotal. Ingresó al Seminario de Paraná, donde estudió Filosofía, y luego fue profesor, prefecto y vicerrector. Allí estuvo varios años como un recio árbol espiritual plantado a orillas del río de la gracia, hundiendo muy profundas raíces en la fe, sentando cátedra con el testimonio de ejemplar vida sacerdotal y rindiendo abundantes frutos... ¡Cuántos sacerdotes, seminaristas y laicos lo llamaron y seguirán llamando siempre PADRE, no por mera formalidad o título que se acostumbra dar al sacerdote, sino por una convicción profunda nacida del verdadero amor filial!

El Padre Alberto alternaba sus actividades seminarísticas con la predicación de triduos, novenas, misiones populares y ejercicios espirituales; dictando conferencias y empleando su poco común talento oratorio, con el cual iluminaba la inteligencia y enardecía el corazón de sus oyentes.

Por esas cosas de Dios, un día se trasladó del Paraná a los Andes y se afincó en San Rafael, donde fue partícipe de la fundación del Seminario Diocesano, que presidió como rector durante varios años, donde continuó su tarea de formador, llevándola a cabo con espontánea humildad, inocultable maestría y pasión. Hasta que un día la Providencia quiso acrisolarlo con una enfermedad incurable, que él sobrellevó durante más de dos años con admirable fortaleza, sin hacerse la víctima, trabajando, en la medida de sus fuerzas hasta el final. Cierta vez dijo que no le pedía a Dios la curación, sino que cumpliera su voluntad. La voluntad de Dios dispuso que partiera de este mundo. Y el Padre Alberto, confesado, comulgado y ungido con el óleo de los enfermos se aprestó a partir con una aceptación. Es por eso que murió, pero Vive. Y un dejo de sana envidia quede al contemplar la ejemplaridad de su muerte: ¡Ojalá tengamos toda gracia semejante!

Los que quedamos, recogemos su antorcha, redoblamos el paso en pos de la meta, y retemplando el espíritu con su testimonio decimos:


PADRE ALBERTO IGNACIO EZCURRA, ¡PRESENTE!



El pensamiento del padre Ezcurra



Cristianismo y Orden Burgués

"Todo un mundo antiguo, que es precisamente el de la civilización burguesa esta a punto de hundirse. Hablando de este mundo empleamos con plena razón la expresión agonía. Pero la agonía a la que estamos asistiendo es la agonía de una civilización determinada y la agonía de lo que en la iglesia es solidario con esa civilización. Es ese cristianismo burgués, superado ya en nuestros días y cuya vetustez sienten los cristianos" (J. Danielou S.J.)

Ante la crisis y agonía de las decadentes estructuras del liberalismo burgués, se abre para el mundo, agitado en el caos el camino de la Revolución inevitable que, al romper con las viejas estructuras, instaura un nuevo orden, una nueva civilización, de indudable sentido comunitario.

Ante esta Revolución inevitable cual puede ser la postura de los católicos?

Aferrarnos a formas superadas, condicionando la defensa de la Verdad permanente a la subsistencia de dichas formas decadentes, o procurar darle a la Revolución nuestro signo de Verdad, frente al marxismo que se empeña en darle el suyo?

La respuesta parece obvia. No lo es sin embargo para muchos católicos, a quienes toda transformación revolucionaria de las formas a las que están acostumbrados, les parece un signo satánico, en el cual creen escuchar las primeras pisadas del Anticristo.

La Iglesia, Sociedad Divina, tiene valores y verdades permanentes que defender, los cuales no son susceptibles de envejecimiento, cambio ni reforma o adaptación alguna, al contrario, conservan el primitivo valor revolucionario que tenían al salir de los labios del Maestro de Nazareth. La Iglesia, sociedad humana, tiene formas que varían y se adecuan a la necesidad de los tiempos, y vive en una sociedad cuyos esquemas políticos, sociales, culturales y económicos varían, a veces con ritmo vertiginoso.

El error consiste en dar a estas formas accidentales, para defenderlas o condenarlas, un valor dogmático y unir a su suerte la de las verdades divinas que forman el patrimonio permanente de la Iglesia. Algunos dan este valor dogmático a formas políticas, otros a corrientes culturales, a estructuras sociales o económicas. Este es el error de los jóvenes de "CRUZADA", para quienes la propiedad privada, las formas burguesas, el capitalismo y la "cultura occidental" fueron establecidos por Jesucristo casi con carácter sacramental, sin advertir que caen ( en otro campo) en el mismo error de quienes dogmatizan la democracia , por ejemplo, a quienes tanto ellos como nosotros combatimos.

En uno de los últimos números de esa publicación, el castizo Rodrigo de Nájera se nos descuelga con la tremenda afirmación de que los católicos que defienden la propiedad societaria de los medios de producción se colocan "en una línea paralela al marxismo", al aceptar uno de los "lemas fundamentales de la revolución anticristiana", para concluir fulminando una excomunión, basada en dos citas de León XIII, ninguna de las cuales contiene una condenación formal.

Afirma León XIII, que a los miembros de la sociedad, como los del cuerpo humano "hacerlos todos iguales es imposible; seguiríase de ahí la ruina de la sociedad". De acuerdo. Una empresa donde todos fueran obreros, o todos empresarios sería una ruina. Pero no creo que tal locura entre en la cabeza de nadie. La empresa de propiedad comunitaria (llámese a la comunidad sindicato, cooperativa, etc.) es una empresa jerárquica y armonicamente organizada, donde son distintas las obligaciones , el mando, las responsabilidades, el trabajo y la retribución. Lo que se busca con ella no es una "nivelación" absurda, sino suprimir una excesiva desigualdad, igualmente absurda.

Se busca el acceso de todos al derecho de propiedad, que Rodrigo de Nájera dice defender, lo cual, aparte de justicia es un incentivo para la producción. Se busca eliminar al parásito, que, sin producir, se enriquece sobre la miseria, o simplemente sobre el trabajo de los demás al que en la sociedad capitalista se llama patronal, o Sociedad Anónima y en el marxismo se llama Estado. No va hacia la supresión de las jerarquías, sino a que estas no estén regidas por lo económico.

En cuanto a lo que "es conforme a la ordenación de Dios que haya príncipes y vasallos, patronos y proletarios, ricos y pobres, sabios e ignorantes, nobles y plebeyos", si aceptamos que mas que la exposición de un estado de cosas es un ordenamiento intocable, entonces la actual desaparición de la división " nobles y plebeyos", es parte de la "Revolución Anticristiana"?. La educación, que tiende a "nivelar" sabios e ignorantes debe ser condenada?

Las respuestas son lógicas

Pero hay más. "La excomunión que Rodrigo de Najera vierte sobre los defensores de la propiedad comunitaria, alcanza nada menos que a los mismísimos apóstoles, quienes tenían todas las cosas en común; y vendían las posesiones y los bienes, y lo repartían entre todos, según que cada cual tenía necesidad" (Hechos II-43) y no solo esto, sino que influidos por las perversas doctrinas de Marx, llegaron a negar el sacrosanto derecho de propiedad , ya que "ninguno decía ser propia suya cosa alguna de las que poseía, sino que para ellos todo era común"(Hechos IV-32), ejemplo que fue seguido por las órdenes religiosas y por los bolcheviques de la Compañía de Jesús, que formaron el estado socialista de la Misión Guaraní.

Aterrado por hechos tan tremendos, me despido hasta la próxima, porque sobre esto hay rollo para rato.

(Publicado en "Signo", año 1, (2da. época), Numero 4, julio 1960, publicación mensual del Centro J. A. C. 40 (San Agustín) Registro Nac. De la Prop. Intelectual 648.689) Director: Carlos Alberto Falchi.)


FUENTE: METAPEDIA

lunes, 24 de mayo de 2010

Nuestros amigos de la Sociedad Religiosa San Luis Rey de Francia, publicaron en su interesante blog un artículo del excelente patriota Dr. Julio Gonzalez, amigo de dicha comunidad, según tenemos entendido.
El Dr. Gonzales expresa someramente su pensamiento sobre los sucesos que acaecieron en el entonces Virreinato del Río de la Plata en mayo de 1810.
Debemos decir que no coincidimos enteramente con el contenido de la inteligente nota que decidimos publicar en este espacio, pero lo hacemos por que creemos que el autor de la misma se merece que sea conocido aún más ya que viene laborando arduamente por el Bien Sumo de la Patria Argentina.
Esperamos pronto poder charlar personalmente con el compatriota Gonzales.
Ahora bien, los dejamos con la nota aparecida en el blog de la comunidad religiosa citada, cuyo Director es nuestro amigo, Padre Mauricio Zárate.
"Con motivo del Bicentenario del primer gobierno patrio de Argentina que se conmemora el 25 de Mayo de este año, hemos pedido al Dr. Julio Gonzalez que nos hiciera la caridad de escribir lo más breve posible algo al respecto. Con su ya conocida disponibilidad no dudó un instante y amablemente nos hizo llegar por e-mail esta interesante reflexión que deseo compartirla con nuestros lectores.

El Dr. Julio C. González fue profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires desde 1965 hasta el 24 de Marzo de 1976, es profesor de Estructura Económica Argentina en al Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora desde 1989. Durante el gobierno constitucional del 25 de Mayo de 1973 al 24 de Marzo de 1976 fue, entre otros cargos, director de Asuntos Jurídicos de la presidencia de la Nación y luego secretario técnico.

Aunque en realidad creo que nada hay para celebrar, deseo compartir con todos mis compatriotas un ¡Viva la Patria! .... (lo que sigue es el artículo del Dr. Julio Gonzalez)



25 DE MAYO DE 1810



En Argentina se conmemora un bicentenario. Es decir, se rememoran hechos y actos de gobierno, acaecidos hace doscientos años.

Empero, esos acontecimientos no se explican con veracidad. A través de los medios de difusión se hace un panegírico de adjetivos calificativos y de palabras abstractas como por ejemplo “libertad”, en vez de referirse a libertades concretas y macizas, explicando cuáles fueron y en qué consistieron.

Cicerón (año 106 a 43 AC) definía al Derecho Natural con estos términos: es un derecho “inmutable” y “sempiterno”, “que llama al hombre hacia el bien con sus mandatos” y “lo aleja del mal con sus amenazas” y que “rige para las aves del cielo, para los peces del mar, y para los animales, plantas y hombres de la tierra.” Y “ni el senado, ni el imperio pueden derogarlo nunca.” El cristianismo, a su vez, define el Derecho Natural como la voluntad de Dios creador del hombre (hecho a su imagen y semejanza) y del universo, que es su eterna morada.

El Padre Nuestro dice de manera precisa: “Hágase tu voluntad, aquí en la tierra como (se hace) en los cielos.”


Estos conceptos previos nos permitirán valorar los versos del poeta Bartolomé Hidalgo, que nació y vivió en Montevideo (Uruguay) entre 1788 y 1823. Protagonista y testigo de lo ocurrido en Buenos Aires en 1810, Hidalgo se expresa así:


Hidalgo escribió este poema en 1820.

“En diez años que llevamos

De nuestra revolución

Por sacudir las cadenas

De Fernando el baladrón

¿Qué ventaja hemos sacado?

Le diré con su perdón,

Robarnos unos a otros,

Aumentar la desunión
Querer todos gobernar,

Y de facción en facción
Andar sin saber que andamos,

Resultado en conclusión

Que hasta el nombre de paisanos,

Parece de mal sabor,

¡Y en su lugar yo lo veo

Sino un eterno rencor

Y una tropilla de pobres

Que metida en un rincón

Canta al son de su miseria

No es la miseria un mal son!”




Estos versos son la vocalización purísima de la resignación que se impuso a todos los pueblos de las Españas de América desde el poder del dinero, de poder ganar con su trabajo feliz y honrado “el pan nuestro de cada día.” Por eso los vecinos de Buenos Aires exclamaban el 25 de mayo de 1810: “el pueblo quiere saber de qué se trata.” Ese es el único hecho veraz de esa jornada.

¿Qué fue lo que había ocurrido? Es lo que tenemos el sagrado deber de referir a continuación, y que durante doscientos años se ha silenciado malignamente.


Lo sucedido en mayo de 1810 tiene este origen:

En 1806 los británicos herejes y maléficos que provenían de la isla europea llamada en esa época “la pérfida Albión” o “capital del satanismo”, conquistaron Buenos Aires. Asesinaron y violaron sin piedad, saqueando casa por casa de ese pacífico y católico ejemplar vecindario.

Su objeto era robar el Tesoro de la Real Hacienda (nombre que en aquella época designaba a un organismo similar al actual Banco Central de la República Argentina). Se llevaron cuarenta toneladas de monedas de oro, equivalentes en la actualidad a 88.000 dólares norteamericanos, que fueron paseadas por las calles de Londres, ciudad a la que arribaron en el navío Narcisus, procedente de Buenos Aires.

No quedó dinero alguno en la “Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre”: ni para pagar los sueldos a la administración pública, ni al Ejército argentino fundado por voluntarios en las heroicas jornadas de la Reconquista (12 de agosto de 1806), y luego de la Defensa de Buenos Aires (5 de julio de 1807). Tampoco quedó dinero para las compras mínimas de los artículos de primera necesidad: pan, carne, leche, huevos, frutas y verduras.

Fue por eso que el Virrey Cisneros dictó ingenuamente un Edicto de Libre Comercio con la Nación inglesa “para recaudar recursos para el fisco”, conforme lo disponía textualmente. Este comercio de importación de manufacturas y exportación de cueros regiría desde noviembre de 1809 hasta el 18 de mayo de 1810.

Yañiz y Agüero, síndicos del Consulado, firmaron un dictamen en contra: “De qué vale que lo que ahora se fabrica aquí cuesta cuatro y que con los artículos importados desde Londres se vendan a tres, si por la falta de trabajo que traerá el comprar manufacturas inglesas, no ganaremos ni siquiera uno. Así será imposible vivir.” Empero, estos sabios consejos para el futuro no fueron tenidos en cuenta por Castelli y por Moreno, que eran asesores económicos y jurídicos del Virrey Cisneros.

Ocurrió entonces algo inesperado. El día 18 de mayo de 1810, fecha en que los comerciantes y usureros ingleses debían irse, llegaron tres buques de guerra ingleses. Las fragatas Misletoe, Mutin y Pitt apuntaron con sus cañones al puerto de Buenos Aires. Un jefe militar, secreto súbdito británico, depuso al gobierno; y Alexander Mackinon, presidente del Centro Comercial inglés British Commercial Room, formó la Junta de Gobierno. Tres de sus integrantes eran súbditos británicos de incógnito y Mariano Moreno, abogado de los ingleses, el secretario.

El almirante británico De Courcy, que comandaba la escuadrilla inglesa que sitiaba a Buenos Aires, fue recibido en primera audiencia por la Junta a la que le exigió que el Edicto de Libre Comercio con Inglaterra y sólo con Inglaterra no tuviese fecha de vencimiento.

De esta manera, la primera bandera que la Nación argentina resolvió enarbolar en un acto de soberanía para exteriorizar su rebeldía e independencia, antes de que Belgrano crease la enseña patria, fue la bandera inglesa. [1]

Por su parte, el almirante británico Fabian se dirigió desde las murallas del Fuerte a los curiosos allí reunidos y en un mal hablado castellano dijo que Gran Bretaña se quedará vacía porque todos los ingleses vendrían a vivir a estas hermosas tierras.

Tal lo ocurrido el 25 de mayo de 1810. Semanas después todos los que habían luchado y obtenido las victorias de la Reconquista y la Defensa en 1806 y 1807, fueron asesinados sin juicio previo y sin piedad: Santiago de Liniers, Gutiérrez de la Concha, Felipe de Sentenach, Fray José de las Ánimas (Superior de la Orden Betlemita), Martín de Álzaga muchos otros.

Allí comenzó la involución hispanoamericana y argentina, tal cual lo relatan los versos de Bartolomé Hidalgo que hemos descripto. Involucionar significa achicarse y deformarse, perdiendo la religión católica que era el factor catalizador y determinante de nuestras vidas y de la vida de la nacionalidad.

Con estas reflexiones reimpone elevar cada día con más fervor la Oración de Nuestro Señor Jesuscristo y de de la Santísima Virgen Maria. Que la verdad se devele.


[1] Confrontar Àlzaga, Enrique Williams: “La fuga del general Beresford”, p. 28 – EMECÈ Editores – Buenos Aires, 1966.


FUENTE: http://capillavedia.blogspot.com/2010/05/en-argentina-se-conmemora-un.html

domingo, 23 de mayo de 2010

EVITA CAPITANA


Como mujer siento en el alma la cálida ternura del pueblo
de donde vine y a quien me debo.





jueves, 13 de mayo de 2010

A SANGRE Y FUEGO


El enemigo dijo no
A sangre y fuego la batalla romperá
Todos esperan mi señal
Dios creador
Padre inmortal
Ayúdanos
Haznos triunfar




miércoles, 12 de mayo de 2010

ENRIQUE P. OSÉS: SUS TRABAJOS Y SUS LUCHAS

por Pampa Digital
Conmemorar a un hombre como Enrique P. Osés no es tarea fácil. Y dos son los motivos principales que dificultan la empresa que nos proponemos.

Primero su lucha y su prédica periodística afectaron a muchos y poderosos intereses. Y segundo, la tarea de silenciamiento y ocultamiento de su persona y su obra por parte de esos grandes enemigos. Pruebas al canto. No existe ninguna necrológica de Osés salvo del Instituto Juan Manuel de Rosas llevada a cabo casi un año después de su fallecimiento.

Pero no nos detengamos en los próximos. No es nuestra intención avivar brasas. Vayamos al grano.

Enrique P. Osés es el fundador del nacionalismo popular en la Argentina. Y lo funda desde sí mismo. A través del rescate del pasado hispano-criollo de nuestro pueblo.

Osés analiza críticamente a la democracia de la "Década Infame", porque ella era en nuestro país tal como se encontraba estructurado, un mecanismo de dominación.

El propone el Nacionalismo Popular Revolucionario como cambio total de las estructuras e instituciones del estado demo-liberal argentino.

El nacionalismo adquiere en Osés dimensión política en tanto se lo entiende como revolucionario. Esto quiere decir, que propone el cambio de un régimen político por otro. El que propone Osés es de neto corte comunitario y social.Se hdicho con acierto que El Pampero fue el diario de la revolución del 4 de junio de 1943.a Y Osés siendo su director alentó con todas sus fuerzas el pronunciamiento militar. Pero como ya observara agudamente Mirabeau "la revolución como Saturno se devora a sus hijos". Así Osés fue lenta y paulatinamente devorado por la revolución que alentara. Claro que en este caso el protagonista se deja devorar porque ve cumplidos los objetivos de su lucha político-periodística. La Revolución y sobre todo el Gobierno Peronista (46-52) le devora los objetivos, como explícitamente lo hace notar él mismo en su respuesta a Santander mencionada anteriormente: "La recuperación de nuestros medios de vida propios – energía, servicios públicos, transportes – por la eliminación de los monopolios foráneos, por la absorción de las deudas y empréstitos con el exterior, por la reconquista de nuestros elementos de producción, por el control de nuestro mercado interno, por la elevación del Standard de vida de los argentinos. Eso sólo justifica los cinco años de El Pampero y que el actual gobierno ha realizado. Y lo que resta realizar no hará sino completar la justificación".

Afirmamos de entrada que conmemorar a Osés no es tarea fácil. Las colecciones de Crisol, El Pampero y El Federal diarios fundados por él, prácticamente han desaparecido. Se estiman entre 2600 a 2800 artículos los publicados por Osés o bajo seudónimo. En cuanto a los Cuadernos Nacionalistas han corrido igual suerte. Salvo dos :"Esto se acaba" y "Antes que la Constitución fue la Nación". Como publicación hoy accesible tenemos sólo Medios y Fines del Nacionalismo editada en 1941 y reeditada en el 68. En realidad es su "Diario de la Cárcel". Brevemente podemos decir que Crisol representa la etapa docente, doctrinaria, la de los planteos fundamentales de la "revolución nacionalista". Va planteando una a una de las razones nacionales que motivarán una política revolucionaria: la dominación imperialista, la complicidad oligárquica, la falacia del régimen y de sus partidos, el envilecimiento de las leyes y de las instituciones, el mito farisaico del cuarto poder servidor de intereses ajenos al país, la falsificación de la historia, el fariseísmo de los mentores espirituales del pueblo, el abandono del hombre argentino, la acción de las logias internacionales, la incuria administrativa, el fraude político, y todas y cada una de las calamidades nacionales que entonces se encarnaban en hombres y en intereses poderosísimos, son atacados por este nuevo Quijote que pluma en mano, desde las dos páginas apretadas de Crisol se lanza contra La Prensa. Destapa la terrible e ignorada verdad de la trama oligárquica, pulveriza a Sarmiento, a la escuela laica, al liberalismo. Denuncia la complicidad de los curiales, se yergue frente a la justicia y la Suprema Corte, frente a los gabinetes entreguistas de Justo, frente al pacifismo megalómano de Saavedra Lamas, frente a la entrega ignominiosa de la Corporación de Transportes. Y, lo que es más importante, promete a las nuevas generaciones una revolución verdadera, una revolución profunda que ha de terminar con estas lacras de una vez y para siempre. Y en esta acción recibe el testimonio de la cerrada enemistad del régimen que llega a encarcelarlo oprobiosamente.

El Pampero, a su vez, señala la maduración política del movimiento. Un diario que se extiende a cien mil lectores, y que apoyándose en el comentario de los hechos cotidianos va precisando la doctrina nacional.

Las consignas nacionalistas ganan así la validez de lo multitudinario, el Movimiento se reproduce incansablemente hasta en los más lejanos rincones del país, y a todas partes viaja Osés, llevando con su palabra el fuego de los ideales nacionales que enciende fogones en toda la Patria.

Se apoya la campaña en favor de la neutralidad. Se denuncian los negociados y las tropelías del régimen, y así los partidos "palomarescos o cadistas" señalados inventan una persecución democrática, un comité investigador de las actividades antiargentinas, que se defiende de las acusaciones lanzando el mote de "nazis" a todos los argentinos revolucionarios. En esta acción Enrique P. Osés es perseguido por la justicia. Se le acumulan juicios por desacato, por calumnias, por injurias. Se lo quiere quebrar. Todo resulta inútil. Se acumulan procesos para que no salga más de la cárcel. Pero la justicia puede más que el odio y Osés recupera su libertad. Y en un multitudinario y apoteótico acto en el Teatro Nacional los estigmatiza para siempre a los hombres del régimen cuando comienza su pieza oratoria: "¡Qué imbéciles pluscuamperfectos!, los que desde hace ya años y con una saña que va centuplicándose a medida que se acerca el fin se han dado a la tarea de perseguirnos".

Finalmente, El Federal significa el disconformismo intransigente con el nuevo mundo sometido a la férula de las potencias anglosajonas.

Enrique P. Osés es el definidor exacto del Nacionalismo Popular desde la tradición hispano-criolla. Cuando en los años 1932 al 36 el movimiento nacionalista sufre las consecuencias de la imprecisión doctrinaria, y los grupos supérstite de la desdichada revolución septembrina de 1930 manejan un discurso exclusivamente patriotero y anticomunista sin proponerse finalidades nacionales más amplias, ni pretender otra revolución que un golpe de Estado autoritario por el autoritarismo mismo, es Osés, quien empeñado en polémica memorable con "Bandera Argentina", pone en claro la esencia revolucionaria del nacionalismo argentino.

Ante el triste espectáculo de, la bautizada por José Luis Torres (otro ilustre silenciado) como Década Infame, Osés afirma: "El Nacionalismo camaradas, no tiene otra misión que la que se ha impuesto. Ha proclamado que deben cambiarse las instituciones políticas de la República, y no puede aceptar ingresar en ellas, cuando ya están cayéndose a pedazos, para salvarlas. Ha proclamado que deben darse vuelta todo el sistema económico del país y no puede ahora, apuntalar un sistema que está dando sus últimas boqueadas. Ha proclamado que deben concluir todos los partidos políticos, absolutamente todos, y no puede ahora acollararse con ninguno. Ha proclamado que tiene una fuerza popular, que tiene un elenco de hombres nuevos, que tiene su conducta, que tiene la solución integral a los males de la Patria y no puede colaborar con el pasado ni con este presente, porque eso sería traicionarnos a nosotros mismos y traicionar la integridad de nuestra doctrina. No necesitamos alianzas con nadie".

¡ARRIBA LOS VALORES HISPANICOS!

BENDITA SEAS, SI, BENDITA SEAS...