Roberto Estévez, era un joven argentino, de veinticuatro años, oriundo de la provincia de Misiones (en el extremo noreste del país).
Se mostraba como un oficial ejemplar: duro consigo mismo, estricto con sus hombres, a quienes, sin embargo cuidaba constantemente y no perdía ocasión de hablarles y arengarlos para retemplar su ánimo, velando por su estado físico y espiritual.
Estévez poseía una relevante mística militar y era idolatrado por suboficiales y tropa.Cuando el Teniente Estévez desarrollaba el Curso de Comandos en la Escuela de Infantería, durante el año 1982, durante el desarrollo de una exigente ejercitación propia de la especialidad, tuvo un paro cardíaco.
El médico que lo atendió, no obstante declararlo muerto, continuó prodigándole los auxilios correspondientes; milagrosamente, reaccionó. En forma inmediata, sufre un segundo paro, del que vuelve a recuperarse.
Fue enviado al Hospital en forma inmediata.
Todos se quedaron sorprendidos cuando, al día siguiente, se presentó para continuar el curso.Sin duda, el Señor prevé los mejores destinos para sus mejores hijos.-
"Señor Teniente Coronel, basado en mi propia experiencia, durante la Segunda Guerra Mundial en Italia, estimo que, por el potente fuego de artillería enemiga que se recibe más el cansancio de los soldados, será muy difícil sostener las líneas defensivas.
Si Ud. me permite, creo que sería conveniente utilizar la Sección de Tiradores Especiales, del Teniente Roberto Estévez, a la que le reconozco un excelente espíritu para el combate."
El Padre Santiago Mora, Capellán del Regimiento de Infantería 12, le hizo esta proposición al Jefe del Regimiento. El Teniente Estévez se encontraba asignado a esta Unidad.
Además del ejercicio pastoral en la Guarnición Darwin-Goose Green, sus recuerdos y experiencias, de veterano de guerra en el Teatro de Operaciones Italia, lo impulsaron a realizar esta proposición, por la gravedad de la situación.-
"Gracias, Padre, lo pensaré; mis asesores también me dieron el mismo consejo; esta Reserva es lo último de que disponemos. "
Después de un rápido análisis con su Plana Mayor, adopta la urgente decisión.-" Teniente Estévez, como último esfuerzo posible, para evitar la caída de la Posición Darwin-Goose Green, su Sección contraatacará en dirección NO, para aliviar la presión del enemigo sobre la Compañía "A", del Regimiento 12 de Infantería.
Tratará de recomponer, a toda costa la primera línea. Sé que la misión que le imparto sobrepasa sus posibilidades, pero no me queda otro camino"Luego, lo despidió con un fuerte abrazo.
La difícil y crítica situación no le permitió agregarle ningún otro tipo de detalle a la orden; además, tratándose de Estévez, eran innecesarios.-
"Soldados, en nuestras capacidades están las posibilidades para ejecutar este esfuerzo final, y tratar de recomponer esta difícil situación. Estoy seguro de que el desempeño de todos será acorde a la calidad humana de cada uno de ustedes y a la preparación militar de que disponen" ...así fue la rápida arenga de Estévez.Finalmente, todos los integrantes de la fracción, escucharon la mejor y más hermosa orden que puede dar un Jefe: "Seguirme!".
Pronto estarían inmersos en el combate.-"Para la Sección, sobre las fracciones enemigas que se encuentran detrás del montículo, ¡fuego! Artilleros, sobre el lugar, deriva 20 grados, alza 400 metros, ¡fuego! Esté atento Cabo Castro, en dirección a su flanco derecho, puede surgir alguna nueva amenaza..."
Diversas órdenes se entrecruzaban en medio del fragor y la ferocidad de la lucha; finalmente, se logra bloquear el avance, y aliviar en parte la presión ejercida por los ingleses.-Cabo Castro, me hirieron en la pierna, pero no se preocupe, continuaré reglando el tiro de la artillería -gritó, sin titubear, el Teniente Estévez
.-Enfermero, ¡rápido, atienda al Teniente! -ordenó Castro, con un grito.
-Me pegaron de nuevo, esta vez en el hombro.
Cabo Castro no abandone el equipo de comunicaciones y continúe dirigiendo el fuego de artillería...
-fue su última orden; un certero impacto en la cara, quizás de un tirador especial, lo desplomó sin vida.-
"Soldados, el Teniente está muerto, me hago cargo" - gritó Castro y continuó con la misión ordenada, hasta que fue alcanzado por una ráfaga de proyectiles trazantes, que llegaron a quemar su cuerpo."
-"Camaradas, me hago cargo del mando de la Sección, nadie se mueve de su puesto, economicen la munición, apunten bien a los blancos que aparezcan"
-el Soldado Fabricio Carrascul, llevado por el ejemplo heroico de sus Jefes que yacen inermes en el glorioso campo de la guerra, impartió con firmeza su primera orden.
-Los ingleses se repliegan, bien, los hemos detenido y los obligamos a retirarse. ¡Viva la Patria! -gritó con alegría, Carrascul, al ver la maniobra inglesa. En ese momento, un preciso disparo, quizás del mismo tirador especial que eliminó a sus Jefes, le quitó la vida.
Habiendo cumplido con su misión, sin Jefes, agotadas las municiones y transportando sus muertos y heridos, la veterana y gloriosa Primera Sección de Tiradores Especiales se retiró hacia sus posiciones iniciales, habiendo cumplido con la Misión.
Estévez, junto a sus 34 hombres, tomó contacto con el enemigo a las cinco de la mañana. Inmediatamente comenzó un intenso fuego, que permitía distinguir sombras en la noche, sin poder determinar entre amigos o enemigos.
El panorama era una escena del infierno de Dante: los británicos disparaban sus proyectiles de ametralladoras y morteros. las trazantes luminosas y los estallidos rubricaban la violencia de la pelea.El Teniente Primero Estévez, fiel a su conducta, corría de posición a posición tomando contacto personal con cada uno de sus hombres.
El griterío era ensordecedor—gritos para darse ánimos, para asustar y de dolor.
Comenzaron las bajas entre las tropas argentinas. Estévez fue alcanzado en la pierna derecha, luego en el hombro.
Continuó combatiendo con el fusil y la radio utilizando su brazo sano.
Utilizaba el equipo de radio para reglar el tiro de artillería, el que no resultaba muy preciso y afirmando que no iba a replegar su posición. Fue herido por tercera vez, esta vez en el pómulo derecho, impacto que lo tiró hacia atrás.
Su ejemplo había inflamado a sus hombres, uno de los cuales tomó el equipo de radio y continuó dando indicaciones para el tiro.
Fue también alcanzado por las balas enemigas y murió en el acto. Acto seguido, el soldado Carrascal, imitando el ejemplo de los superiores, tomó ahora él la radio, y se hizo cargo de lo que quedaba de la diezmada sección.
Al poco tiempo también murió.
Estévez, que aun vivía y agonizaba en silencio, con un hilo de voz le habló a otro de sus soldados que se encontraba sin su casco, instándolo a que se colocara uno de un camarada fallecido. luego, el Teniente Primero Estévez murió.
Su última acción marca la conducta de un combatiente cabal protegiendo la vida de uno de sus hombres.
Su entrega y comportamiento en el combate nos muestra la templanza de un líder en medio de una situación sumamente desfavorable, pero consciente de su deber.
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La carta póstuma que el Teniente Don Roberto Estévez dejó escrita, en cumplimiento de orden que se impartió al Regimiento, estaba dirigida a su padre.
Esta se convirtió en un documento histórico:
Querido papá,
Cuando recibas esta carta yo ya estaré rindiendo cuentas de mis acciones a Dios Nuestro Señor. El, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en cumplimiento de mi misión.
Pero fijate vos, ¡que misión? ¿no es cierto? ¿Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, todos destinados a recuperar las islas Malvinas y restaurar en ellas Nuestra Soberanía?.
Dios, que es un Padre Generoso ha querido que éste, su hijo, totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a nuestra Patria.
Lo único que a todos quiero pedirles es: 1) que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo. 2) que me recuerden con alegría y no que mi evocación sea la apertura a la tristeza y, muy importante, 3) que recen por mí.
Papa, hay cosas que, en un día cualquiera, no se dicen entre hombres pero que hoy debo decírtelas: Gracias por tenerte como modelo de bien nacido; gracias por creer en el honor; gracias por tener tu apellido; gracias por ser católico, argentino e hijo de sangre española, gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como soy y que es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar.
Hasta el reencuentro, si Dios lo permite.
Un fuerte abrazo.
Dios y Patria ¡O muerte!
Roberto
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