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viernes, 11 de diciembre de 2009

LOS CÓNDORES


La increíble situación sucedió la noche del 28 de septiembre de 1966, cuando un avión de Aerolíneas Argentinas fue secuestrado por un grupo de peronistas (nacionalistas) que intentaron "retomar el poder y recuperar la soberanía” argentina en las Islas Malvinas.

Simplemente, no aceptaban que habían perdido. Cuarenta y tres años atrás y mientras el príncipe de Inglaterra jugaba al polo en Buenos Aires con el presidente Juan Carlos Onganía, el Douglas DC4 perteneciente a la línea de bandera nacional despegó del aeropuerto internacional de Ezeiza rumbo a Río Gallegos.

Lo denominaron “el vuelo de los cóndores”, y más tarde se sabría por qué.

A bordo viajaban cinco tripulantes, 48 pasajeros, de los cuales 17 pertenecían al grupo nacionalista, y una carga tan pesada que resultaba “muy rara para la época”. Eran armas.

Las palabras son de Silvio Sosa Laprida, copiloto del vuelo, quien a sus 78 años decidió publicar “Malvinas y el faro de Dios”, un libro donde cuenta la sorprendente historia de volar “a ciegas hacia una tierra inhóspita y con dos pistolas apuntándote en la cara”.

¿Qué sucedió en la noche del 28 de septiembre de 1966 cuando viajaban vía Río Gallegos?

Cuando estábamos pasando por Puerto Deseado, entraron dos jóvenes a punta de pistola en la cabina y nos obligaron a cambiar el rumbo. Se trataba del jefe y subjefe del grupo Cóndor (Dardo Cabo, asesinado el 7 de enero de 1977 por el gobierno de facto y Iovenko). Ellos insistieron en que iban a retomar la soberanía argentina en las Islas Malvinas.

- ¿Fue un asalto violento?

- Fue un trato duro, pero en aquella época en los asaltos la gente era respetuosa.
Dardo Cabo y María Cristina Verrier después se casaron en prisión. Si bien el objetivo del grupo Cóndor no se logró, ¿Usted cree que hubo motivos que los llevaron a no tomar el poder? Bueno, creo que no lo hicieron porque finalmente no quisieron.

Cuando llegamos nos recibió un grupo de gente que estaba totalmente impresionada y que estaba prácticamente indefensa. Dardo Cabo y los demás plantaron una bandera argentina, se dirigieron al gobernador local y dispusieron claramente su mensaje.

Después se dieron cuenta que los ingleses no iban a entregar el poder de una manera tan simple. Entre los habitantes había ex combatientes de la Segunda Guerra Mundial. Rodearon el avión con armas de alto calibre y cuando empezamos a morirnos de hambre, Dardo Cabo resolvió no derramar sangre.

Entonces, depusieron las armas.

Dardo Cabo y los otros 17 hombres (entre los cuales se encontraba María Cristina Verrier, novia de Cabo con quien contraería nupcias años más tarde en la cárcel) que lo acompañaban pidieron asilo en la iglesia católica y no pudieron negárselo.




-¿Los tuvieron prisioneros en Malvinas?

- Si. Pero dentro de la iglesia. A los dos días, las fuerzas argentinas los mandaron al buque Bahía Buen Suceso, que trajo combustible para nuestro avión y se llevó a los pasajeros junto con los miembros del grupo Cóndor a Ushuaia. Estos volvieron a estar presos un tiempo más por el hecho.

Desde 1843, el archipiélago tuvo esporádicas visitas de militares argentinos.

Para ese entonces (1966), encontrar un contingente de porteños en las tierras australes no era para nada normal.

De todas formas, reconoció Laprida, “cuando los pueblerinos vieron al avión perdido, se prepararon para un posible rescate”. Y así los recibieron.

- ¿El avión quedó varado en poder de los ingleses?

- No. Cuando el buque se llevó a todos los pasajeros, los tripulantes nos quedamos nueve días más intentando restaurarlo y así poder regresar.

- ¿Cómo hizo para volar hacia Malvinas sin una ruta específica y en un clima tan adverso?

- En ese momento recordamos (junto con el comandante Fernando García) los dibujos que nos hacían hacer en la escuela. Cuando estábamos a punto de volver, porque no encontrábamos la tierra, vimos cómo la neblina creaba un banco al reverso y cuando esto sucede es porque abajo hay tierra.

Allí recordamos que la única población estaba ubicada al Este de la isla. Nuestro mecánico de vuelo (Aldo Baratti, coautor del libro), vio un brillo a lo lejos y exclamó: “¡el faro de Dios!”.

FUENTE: 24.COM

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