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martes, 1 de diciembre de 2009

A 35 AÑOS DE LO QUE HICIERON LOS "JÓVENES IDEALISTAS"

El 1º de diciembre de 1974, el capitán de ejército Viola, viajaba hacia la casa de sus familiares en Tucumán.
En su auto iba con su esposa e hijos.
Un grupo comando del terrorismo, ya había planificado el atentado.
Disparos contra el auto, lo bloquean, y disparan.
El capitán malherido, baja del auto y se aleja para atraer sobre si mismo los disparos y que no le disparen a su familia.
Cae en el caluroso suelo tucumano, y los asesinos, lo rematan a tiros de escopeta.
En ese criminal acto, también quedaba asesinada su pequeña hija de tres años -Maria Cristina VIOLA, y también malherida su otra hija de cinco años, Fernanda
Y nos siguen hablando de derechos humanos... de los derechos humanos de los asesinos y delincuentes. Pero pareciera ser que para estos organismos internacionales, la gente honesta, que trabaja y estudia, y que es asesinada por estos grupos, no tuvieran derechos humanos.



A CONTINUACION UNA CARTA DE MABY PICON, LA VIUDA DEL CAPITAN VIOLA Y MAMA DE MARIA CRISTINA.

"El próximo 1° de diciembre se cumplen 35 años de los asesinatos de Humberto y Cristinita.

Tengo la absoluta seguridad que aún hoy, todos los argentinos de bien, tienen grabado en su memoria el horroroso atentado ejecutado por integrantes del ejército revolucionario del pueblo, llamados actualmente “jóvenes idealistas”.

Las fotografías y crónicas de los diarios y revistas publicados en aquel 1° de diciembre de 1974 y en días posteriores, son los silenciosos testigos del repudio, reprobación y condena de toda la sociedad argentina a tan incalificable crimen cometido por las hordas terroristas de la guerra revolucionaria. La multitud que me acompañó a mí y al resto de mi familia, en aquel entonces, son la muestra más contundente del sentir de un pueblo que se encontraba oprimido por el terror que esos delincuentes sembraban en las calles, asesinando, sin discriminación alguna, a niños, mujeres, sacerdotes, científicos … civiles de todas las edades y clases sociales. No fueron, únicamente, como pretenden hacer creer, que sólo militares o policías cayeron bajo las bombas y balas del accionar del marxismo.

A partir de allí, cada 1° de diciembre, me acompañaron en la recordación de mis queridos muertos, no sólo los camaradas de armas de Humberto, sino también numerosos amigos y otros que, sin serlo, se solidarizaron y me contuvieron en mi lacerante dolor. El viejo Ejército se hizo presente en cada oportunidad, con capellán militar, guardia de honor, ofrenda y trompeta de silencio.
Así hasta hace algunos años atrás, cuando el gobierno protector de los “jóvenes idealistas”, ordenó a los cobardes integrantes del nuevo ejército a bajar cuadros y humillarse, prohibió a los integrantes de las tres fuerzas armadas – con amenazas de sanciones y arrestos – a vestir uniforme en la concurrencia a los actos, hasta llegar al extremo de impedir – so pena de darles de baja – la asistencia a los mismos.

También en la sociedad se fueron produciendo cambios generacionales. Los jóvenes adultos de hoy, niños apenas, en aquella tenebrosa década del 70, crecieron conociendo, primero, una verdad a medias para, finalmente en los últimos seis o siete años, sufrir de manera compulsiva el cuento de una historia sesgada, distorsionada, perversa sobre la verdad de los acontecimientos y sucesos vividos por el país. Qué decir de aquellos jóvenes que nacieron muchos años después de la época de plomo.

Y también mi país, mi querida Argentina, esta noble nación cuya tierra fue regada con la sangre de tantos inocentes desde el comienzo de su historia … cambió.

Hoy el odio, el rencor, el deseo de venganza, la corrupción, la injusticia, la inseguridad, han dividido a los argentinos. Los ha enfrentado nuevamente. No ya en una guerra revolucionaria con las armas, sino en la peor de las guerras revolucionarias, la que se lleva a cabo desde el poder.

Los que me conocen, saben, ciertamente, de mis sentimientos hacia toda esta situación. Saben de mis profundas convicciones cristianas, por una Argentina en Paz, sin rencores, pero con Justicia para todos.

Estoy convencida de que si cada uno de los argentinos pusiera una mínima parte de voluntad para perdonar, todo sería distinto. Yo ya lo hice. Perdoné a los asesinos de Humberto y Cristinita.
Esta convicción y razones estrictamente personales me llevaron a tomar la decisión de que a partir de este año – y hasta que Argentina no se encuentre pacificada y los argentinos estemos en Paz con Dios y nosotros mismos – no realizaré ningún acto público de homenaje ni recordación a Humberto y Maria Cristina. Lo haré, sí, en la intimidad de mi dolor y mi silencio. Es mi pequeño aporte hacia un país diferente. Un país que comprenda que solo con el perdón y la Paz encontraremos el desarrollo humano y social que hoy carece. Pero que no se entienda que esta decisión significa mi claudicación a la lucha jurídica en la búsqueda de una VERDAD HISTÓRICA, por una MEMORIA COMPLETA y de JUSTICIA PARA TODOS.

Pido a aquellos que siempre me acompañaron con su presencia y también a los que lo hicieron espiritualmente, y que el próximo 1° de diciembre deseen rendir su homenaje, que simplemente tengan presente en sus oraciones a mis dos seres queridos.

A la prensa en general le digo, con todo el respeto que merece, que no otorgaré entrevistas ni diálogos de ningún tipo. Sepan, los medios, disculparme.

Afectuosamente.

María Cristina Picón"

1 comentario:

Maximiliano dijo...

hola, la verdad es que soy bastante objetivo, no estoy de acuerdo con todo lo que paso en la dictadura, soy joven y todo lo que se es lo que lei en libros.
te quiero decir que la verdad entinedo y estoy de acuerdo en lo que decis, ya que, no solo fueron desaparecidos y muertos subersivos sino tambien muchos militares, policias, y familiares, fueron acribillados por los militantes, yo siempre me pregunto, por que recordamos el golpe de estado y hacemos incapie sobre las "victimas" (desaparecidos), cuando ellos asesinaron a miles de militares, familiares, etc.
suerte.
Maximiliano Fernandez, Buenos Aires.


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