A ti Virgen Divina más pura y agraciada
Que la azucena hermosa, que el lirio encantador.
Del Tepeyac pedimos tan solo una mirada
Con que mitigues Madre nuestro acerbo dolor.
A quién acudimos en busca de consuelo
Sin Patria y sin familia, sin lecho y sin hogar
Sino a tí que dejaste tu trono allá en el cielo
Furiosos huracanes, rugientes, embravecidos
Dejaron a su paso miseria y destrucción
Y en ella desgarrados nuestros amantes nidos
Cayeron bajo el peso del dolo y la traición...
Errantes y proscritos nos vedan Madre mía
Volver a nuestra Patria que es patria del Amor
Nos vedan que a tu lado pasemos este día,
Nos niegan que a tus plantas pongamos una flor...
Entre terribles penas la muerte llegará...
Y ya nunca tu rostro, oh Virgen adorada,
Nuestra mirada incierta con ella gozará...
Qué importa que la muerte nos quite la existencia
Sufriendo del destierro la amarga soledad
Si en medio de las penas sentimos tu presencia
Sentimos que tu manto nos cubre con piedad.
Si tú Virgen bendita nos miras desde el trono
Que en México quisiste piadosa colocar,
¡Que sigan las tormentas, que surjan con encono,
Que en tu estrellado manto no pueden penetrar!
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